lunes, 23 de abril de 2012

Lunes





Este ente proveniente de una serie de convenciones científicas y sociales llamado Lunes, hoy, se presentaba disfrazado.  Su típico y arrítmico cojeo lo delataba, se notaba a la legua que era él.  A pesar de esto su disfraz logra desconcertarme.   

¿Qué pretende?  Ya se saben sus clásicas intenciones, recordarte que la vida no es fácil, que todo parece repetirse siempre igual y ese tipo de cosas.   Pocas veces sus intenciones no son de ese tenor.   Pero hoy esta disfrazado, difícil de predecir.  ¿Qué pretende con ese raro pantalón?

Armado como siempre de mi cortapluma y unos buenos cafés lo dejare que haga de las suyas.  Yo también tengo sorpresas, para encarar a este Lunes de cara difusa, de  poco color.

Un barco en plena tormenta, un gran marino navegando, escollos a la vista, Poseidón pensando.
¿Es azar o se puede determinar?    Realmente no importa.  
Con todo a navegar. 
Si el barco se hunde, no hay problema.  Habilidad de escualo y nadar. 
Sin sumarse al cardumen, tranquilo_esperando, la tormenta pasará.

¡¿Poesía de 5º básico?!   
No creo, espero que no.
No pretendo ser Neruda y menos Mistral, 
así voy aprendiendo y disfrutando al plasmar.

Mis dedos arden al teclear..., suena exagerado, tal vez. 
Pero rastros de esto ya tú ves.

Hay que darle crédito a este y a todos los Lunes, es un día que se las trae.   Día distinto, día cruel, aunque no es más que una convención o una medida de tiempo.  En su esencia es como cualquier otro tiempo, o al menos debería serlo.   Una y otra vez la misma conclusión.  Esta todo dentro de la cabeza y el corazón.

Pensando, o más bien repasando lo leído en el pasado - puede que la memoria me traicione o que no lo haya entendido- pero me parece contingente al tema y por lo tanto una recomendación para mí y para quien quiera: leer La Alegoría de la Caverna otra vez.

Yo de nada nuevo estoy hablando. Lo que sí puedo predecir es que esta crónica continuará desarrollándose.  Obviamente, en 168 horas, desde ahora contando.

******FIN *****


168 horas después, lo que equivale a una semana, o 7 días


******OTRO CUENTO*******
OTRO LUNES
A levantarse”, la sensación de liviandad y soltura era evidente.

Los sueños de esa noche habían sido variados, intensos, pero no para preocuparse.   Eran una buena montaña rusa, vívidos, con texturas y sensaciones, que a pesar de su intensidad, no constituían una preocupación para él.  Le bastaba con disfrutarlos, además tenía la seguridad de que la noche siempre le ofrecería más.  Era un gran regalo haberlos recuperado.  No soñar  durante tanto tiempo le había afectado mucho,  soñar es lo más simple y natural, una salida para todo lo que anteriormente archivaba inconscientemente en su cabeza.  La época de la olla a presión ya había quedado atrás.  El sistema volvía a tener salida.

El café era de verdad, del bueno, las noticias que leía en el diario tal vez no y de las malas, pero no le importaba.  Solo leía por leer.   En la sección internacional, algunos muertos en Afganistán y algo de corrupción en algún país europeo.   La parte política chilena la leía rápidamente.  Solo los títulos, y como siempre, no los entendía, aunque le daban la sensación de haberlos leído anteriormente.  Sonriente se acomodó y terminó su café  para leer la sección de deportes, lo único que realmente le importaba, y que sabía que no era mentira.  “Y lo llaman el opio del pueblo, esos cultos, esos lectores, esos intelectuales,  esos creativos, los espirituales, esos que no saben lo que es gritar un gol”, dijo en voz alta y con algo de rabia.  Estaba solo en la cocina .

Se puso su camisa favorita, los únicos pantalones de su talle, y el cinturón multiuso, ese que le sirve para cualquier tipo de zapatos.  

Amaba los Lunes y los Lunes se comportaban de forma recíproca.   Saludó al portero, saludó a los pasajeros del ascensor, todo esto sin esperar un saludo de vuelta.

Sentado en su estación de trabajo comenzó con su rutina, su nueva rutina, o lo que intentaba transformar en una rutina.  Vagabundeando mentalmente revisaba su correo y recordaba el fin de semana.  Sabía que había llegado media hora antes al trabajo, pero no lo hacía por ser mejor empleado, simplemente podía hacerlo.

El tiempo avanza a la velocidad que avanza, de forma pareja y con parsimonia, "eso de la relatividad del tiempo no aplica para mí", pensó.  El haber aprendido a soportar que un día tiene 24 horas y que el reloj no se puede apurar con la mirada le daba impensados dividendos.  El sólo recordar las veces que había intentado doblar la velocidad del tiempo y las cosas no terminaban bien, le confería un efecto sedante instantáneo.

Era Lunes, y Juan simplemente se dejo llevar suavemente por los 60 segundos que tiene un minuto.