jueves, 5 de julio de 2012

Juan Vivaldi



Hablar, exponer, comunicar, el oficio existente en la retórica y en la escritura.   Ser muy claro, entretenido y convincente es lo habitual en un buen orador/presentador/redactor.   Este no es el caso de Juan Vivaldi. No me malentiendan, Juan técnicamente SI es un buen orador y comunicador, pero su innegable capacidad de causar confusión entre sus oyentes es notable.  Siempre.  Es una habilidad natural. Un superpoder o una maldición, depende del caso.   Tampoco estoy muy seguro de su control sobre esta habilidad/slash/característica.   A mi me convenció de escribir esto, aunque no estoy claro de si me lo pidió o no.  De todas formas, lo conozco y no creo que se moleste. 


Ir al McDonalds con Juan es un experimento tangible de su "habilidad".  Pedir comida en este lugar es un proceso estandarizado al máximo, literalmente a prueba de niños.   Juan sigue el proceso, pero aún así logra descomponer el sistema.   Después de acompañarlo varias veces entendí que es lo que le ocurre en este lugar.  Juan hace todo su pedido en el orden correcto, conoce el proceso.  "Combo 1, con Fanta, sin agrandar por favor" le dice a la cajera al mismo tiempo que le acerca dos billetes de dos mil pesos.

Esto rompe el ritmo del proceso, no las etapas, y la cajera que está acostumbrada a ir preguntando paso por paso, ve alterado su eterno mantra laboral:  "Hola bienvenido a McDonalds, ¿que va a querer?", después "¿CocaCola Light su bebida?" , seguido por "Agranda papas y bebida por $400?" , finalmente te repite tu pedido y agrega "¿Está completa su orden?" y te indica el importe a cancelar.

La pobre cajera obviamente no alcanzó a registrar todo el pedido de Juan y se marea un poco, pero como es la empleada del mes sabe manejar esta situación.  Combo 1, esto quedo claro, pero ella debe confirmar la bebida, "¿Me dijo Fanta?".  Juan dice que si y que no quiere agrandar nada -  al mismo tiempo que intenta pasarle los billetes.    Parece que todo salió bien.   Pero he aquí el efecto Juan Vivaldi®;  la cajera en una muestra increíble de proactividad pide que aceleren este pedido, entiende que el cliente esta apurado.  Juan, mientras esperaba su pedido, comenzó a dar órdenes sobre los otros pedidos, "Era light, te faltó apretar el indicador de la tapa", o "¡¡Sonó la alarma de los 5 minutos, todos a desinfectarse las manos!!".  Finalmente el combo 1 en la bolsa y se lo entregan.  Juan dice, "pero no era para  llevar...".   

Juan intentando hacer todo más fluído solo logró enredar a todos.  Esa vez fue involuntario y le causo una molestia menor.  Cuando voy con Juan al McDonalds pienso que sería el mejor administrador de local que Ronald pudiese tener.   

En general lo que Juan dice es correcto.  Pero el tsunami de información bien intencionada tiene los efectos descritos.

Otra de Juan, el otro día fuimos a un bar, conocimos a unas cervatillas (como muy bien las llama otro amigo mío).  A los 10 minutos de conversa Juan había revelado toda su identidad, capacidades y defectos.  Una honestidad abismante.  La verdad es que se notaba interés por parte de las cervatillas, pero tanta información fue demasiado.  No dejó espacio para la especulación y entró de lleno a una conversación seria y densa, de la cual ya no había forma de escapar.   Cuando fueron al baño le dije a Juanito "Pero weón, pa que les contai todo eso, ahora no saben si eres un mentiroso, un loco o un weón  la raja"  El me dijo, "Tranqui, tranqui, no tengo plan, así que no importa, si sale sale."   De ahí Juan fue al baño,  volvieron ellas, llegó el mozo y le pedí otra ronda para todos.  Volvió Juan y seguimos conversando animadamente, yo había logrado cambiar el tema a algo más de actualidad, a algo que diera lo mismo.   Llega el mozo y nos pone los 4 tragos en la mesa.  A los 30 segundos, llega otro mozo con 4 tragos más.  Yo ya debería saber....Juan pidió los tragos directo a la barra cuando se paró al baño y además los pago.   Bueno, otra pequeña descoordinación bien intencionada.   El asunto es que las cervatillas se vieron intimidadas por este ataque alcohólico, que evidentemente indicaba un intento por bajar sus defensas.  Al rato vimos como las cervatillas se alejaban internándose en el bosque de gente.

Trabajo en varios proyectos con Juan.  En proyectos hay que ser muy convincente, especialmente en la etapa de venta.  Juan sabe como.  Escribe tal como habla.  No deja detalle de lado, y cuando lo hace es por alguna razón estratégica.  Omite cuando corresponde, exagera cuando se debe, pero como siempre, ahoga en información.   Yo soy el encargado de podar sus proyectos y mails.   Una situación clásica que genera mi compadre es la siguiente: nos reciben motivadísimos en las reuniones, ya saben todo lo que tienen que saber, excepto la dura y triste verdad, venimos a venderles algo.   El texto seductor y explicativo de los mails y adjuntos enviados por Juan hacen olvidar a la gente que la plata es lo que mueve los negocios.  No es que Juan omita o mienta con respecto a la venta, pero logra incluir toda esta información sin que la billetera mental de las víctimas acuse recibo.  El exceso de información y la magia de su ágil redacción hacen que el texto sea leído, pero no retenido, al menos no la parte de que esto era una venta.   Fluye como agua fluyendo...evidentemente yo no escribo como Juan.   En esta situación la habilidad de Juan es fantástica, porque logramos estar frente a frente con los potenciales, sin ahuyentarlos y sin haberles mentido.  Grande Juan.

Hemos ido a comer juntos muchas veces, a restoranes, no comemos solo en McDonalds.   Aquí si que es inexplicable lo que sucede.  Todos pedimos y vez por medio algo pasa con el pedido de Juan.   O viene  una porción extra de lo que pidió que le sacaran al plato, o simplemente su plato se pierde en la cocina.  O cuando recalca que su CocaCola debe ser Normal, no hay caso, le traen una Light.  Esto ya lo tenemos identificado, así que el me dice a mi lo que quiere y yo hago su pedido. 

Juan es un personaje y me gusta andar con él, ya que aunque él no lo sepa, yo se que me necesita, que hacemos buen equipo.  Es de las personas que necesitan a otros para sacar toda su magia.  Es un alma limpia y volátil, no sabe lo que tiene, pero lo entrega sin dudarlo.   Es una caja de sorpresas, no sabes con lo que te va a salir y evidentemente no puede ser entendido por todos, al menos no a la primera.  Lo repito:  ¡Grande Juan Vivaldi!






martes, 3 de julio de 2012

soldado sin guerra



La aparente quietud externa no es mas que una tregua.  Una manera digna de aceptar a Cronos.  El huracán se esconde,  se hace más pequeño, ¡cómo? gira mucho más rápido y cerca de su eje.  Se contrae, aumenta su energía, el aire se hace líquido, la densidad de todo aumenta.  

Comienza la guerra contra la Calma.  No corre sangre en esta guerra, es una guerra eléctrica, insonora.   

El soldado sin guerra no sabe qué hacer, nació para luchar y si no le dan una guerra su inconsciente_mente le proveerá de una.   Largas pausas, son aceptables, pero esa incomprensible e incómoda sensación de que esta todo bien y tranquilo es decodificada como una alerta que no se puede ignorar, algo va a ocurrir. O algo debiese ocurrir para no tener que preocuparse de que nada ocurre.  

Esta reactividad a la Calma tal vez se deba a esa  arraigada costumbre de estar siempre en guardia.   Días y días atento y sin que nada pase.   Esperando que el ascensor se quede parado para poder intentar salir por el techo, o tal vez forzando la puerta.   O mejor aún, hoy puede que lo asalten, no quiere que ocurra, pero si pasa, estará preparado.   ¿Será el gran terremoto hoy? Está listo para socorrer a los suyos.  Pero no, otro día que no pasa nada.  Debería estar agradecido y lo está, pero la sensación de Calma, sospechosa y angustiosa, finalmente termina violentando al soldado.

¡¡El soldado no sabe luchar con un enemigo que no ve!!

Probablemente alguien trama algo.  Al parecer el que conspira es el soldado mental, sin ejército, ese sediento de aventura y acción.   Ese que solo teme el que nada pase.  Miedo a la sombra, al silencio, a la forzada Calma.   Transpira por dentro. 

El campo de batalla no es sanguíneo ni terrestre, es eléctrico y mental.   Cambia el escenario, cambian las armas.   La estrategia siempre será la misma,  atacar de frente y rápido, como soldado de primera línea, o como un pirata, de esos que saltan al abordaje.  

Escribir es el hacha capaz de enfrentarse a la invisible Calma.  Letras contra Calma.  La batalla se lleva a la dimensión correcta. 

No tener nada contra que luchar sería peor.  Lucha, luego es un soldado.  Tiene guerra, su propia guerra, está a gusto, se mueve bien en el campo de batalla.  Fuera de este, esta perdido.

Su armadura brilla, aunque no se ve.  Armadura que le permite maniobrar cómodamente, pero sin desplazarse.  Le permite ver, no bloquea su visión, protege su cabeza, todo esto sin el peso de un casco de acero.

Ahí esta la Calma, muy parecida a una Sirena, bella, de suave y mágica voz.   Solo un guerrero de espíritu fuerte podrá sobrevivir.  Voy más allá, tal vez este nuevo y enroblecido espíritu le permita disfrutar de su infinita belleza, de su hipnótico y misterioso canto.

El soldado acaba de ser promovido a General de su ejército de una persona.